Los kilómetros 26 y 27 son los dos últimos en la espectacular caminata que nos lleva desde las faldas del volcán nevado de Toluca hasta la comunidad de Corral de Piedra en El Estado de México y sin duda son los menos técnicos, ya que son planos, en camino ancho, sin piedras ni raíces, donde sin problemas puede transitar cualquier tipo de vehículo.

En estos últimos dos kilómetros es donde las piernas más nos duelen, arrastras los pasos, sientes que en cualquier momento te da un calambre y las punzadas en la espalda baja te recuerdan que ya estas viejo o que posiblemente debiste de haberte preparado un poco más.
Lo curioso es que a pesar de todo esto (y posiblemente más) todos tenemos una inmensa sonrisa en la cara, pero más importante aún, todo ese malestar físico pasa a segundo plano gracias a la sensación de logro que estamos experimentando después de haber caminado 25 km a través de bosques, valles, brechas, caminos sinuosos a una altitud promedio de 3000 msnm

800 metros después del letrero de los 2 km, es donde por primera vez podemos ver nuestras cabañas a la distancia, ahí nos damos cuenta de que no están muy lejos, ahí es donde el corazón se acelera, donde apretamos el paso y nuestra sonrisa se acentúa ya que sabemos que al final del camino hay cerveza, comida, sillas y baño, hacemos un cálculo mental rápido y determinamos que estamos a escasos 5 minutos de la meta.

Pero 200 metros más adelante por primera vez empieza a apreciarse el lago, y acá es donde nos damos cuenta de que las cabañas están del otro lado y de que habrá que rodearlo para llegar, es aquí donde nos detenemos para realizar un segundo calculo mental y nos damos cuenta de que esos 5 minutos se han convertido en 15, las sonrisas desaparecen, los dolores regresan, y es donde se nos presenta lo que posiblemente sea el mayor reto de la caminata: Vencer la frustración y terminar bien.

El tiempo se alarga en ese último kilómetro, sentimos que cada segundo dura un minuto, a esas alturas nos toma alrededor de 15 minutos recorrer 1 kilómetro y durante esos momentos es donde todos nuestros límites conocidos tanto físicos como emocionales van a ser puestos a prueba y donde eventualmente vamos a descubrir de que estamos hechos, si en algún momento llegamos a considerar darnos por vencidos, será en este último kilómetro, pero nadie lo hace, todos terminan y terminan bien.
Cuando eres recibido con una cerveza y una comida caliente, sin duda cualquier malestar ya sea físico o emocional disminuye y poco a poco las sonrisas regresan, pero lo importante es que cada uno habrá terminado la caminata habiendo superado limites que no sabía que podía superar y estará listo para superar de nuevo ese último kilómetro en su siguiente aventura.
